El tricograma capilar (también llamado Tricoscopia capilar) es una prueba sencilla que analiza las características de una muestra de cabello para diagnosticar la alopecia y otras patologías, y controlar la efectividad del tratamiento.
Las técnicas diagnósticas por imagen han revolucionado el mundo de la dermatología. Entre ellas destaca la tricoscopia, un método cómodo que permite diferenciar entre tipos de alopecia y controlar la respuesta al tratamiento.
¿Qué es la tricoscopia?
La tricoscopia es una técnica de diagnóstico por imagen que se ha desarrollado en los últimos años. Permite analizar el cabello a gran aumento mediante una lente polarizada. Su éxito se basa en dos puntos clave: es cómoda para el paciente (no produce ningún daño) y proporciona información muy valiosa y completa para el diagnóstico correcto de la alopecia y controlar la respuesta al tratamiento. En la mayoría de casos la tricoscopia ha desplazado otras pruebas más invasivas como el tricograma (arrancar un mechón de cabello para sus análisis en el microscopio) y la biopsia cutánea (que se reserva para llegar al dignóstico de alopecias poco comunes).
¿Cómo se realiza la tricoscopia?
Para realizar la tricoscopia no se necesita ninguna preparación previa a la prueba. Es indiferente acudir a consulta con el pelo sucio o limpio, pero es importante no llegar a consulta con el pelo húmedo recién lavado.
En un primer momento se realiza la tricoscopia “en seco”, es decir el tricoscopio se apoya directamente sobre la piel del cuero cabelludo sin poner antes ningún líquido. Puntualmente se puede realizar tricoscopia “con líquido de inmersión”, poniendo un poco de gel en el punto del cuero cabelludo a analizar. Es poco frecuente y se realiza cuando se quiere estudiar la red de capilares sanguíneos de la piel.
La técnica es, realmente, muy sencilla. Lo que no es tan fácil es elegir los puntos del cuero cabelludo que pueden dar la clave del diagnóstico de la alopecia. Para poder seleccionarlos bien es importante realizar una exploración física completa y minuciosa, que oriente una sospecha diagnóstica. Por lo tanto, la experiencia del dermatólogo resulta clave para realizar una buena tricoscopia, no sólo para analizar las imágenes que se obtienen con ella.
¿Para qué sirve la tricoscopia?
Sólo señalar algunos ejemplos, porque la lista sería extremadamente larga:
- Confirmar el diagnóstico de la alopecia androgénica, incluso en casos en los que todavía no ha aparecido calvicie.
- Detectar alopecias cicatriciales y autoinmunes, como el liquen planopilar o la foliculitis decalvante.
- Detectar dermatitis seborreica o psoriasis del cuero cabelludo que producen brotes de caída capilar.
- Identificar el mejor punto para realizar una biopsia cutánea cuando sea necesario hacerla.
- Monitorizar la actividad inflamatoria de la alopecia areata.
- Comprobar que el tratamiento es efectivo en fases iniciales de alopecia.
- Evaluar la inflamación perifolicular en la alopecia frontal fibrosante, y la respuesta o no al tratamiento médico local.